sábado, 2 de julio de 2011

de perros y de huesos


En general la gente que tiene perro me cae bien. Y digo en general sabiendo que todas las generalizaciones son mentira. Me gustan los dueños de perros porque suyas son las primeras sonrisas que recibo por la mañana, cuando nos encontramos en el parque. Porque muchos de ellos han recogido a sus perros en albergues salvándolos del abandono y el encierro. Porque entablamos amables conversaciones mientras impedimos líos de correas y observamos complacientes olfateos hocico culo. Porque no sé sus nombres y sí los de sus mascotas, y en cambio nos tratamos con cortesía y una cierta complicidad, como miembros tácitos del mismo club. Pero también sé que son dueños de perros los que siembran los parques de excrementos, los que los abandonan y a veces los torturan con métodos crueles...así que, después de reflexionar, va a resultar que quien me cae bien no es la gente con perro sino los perros en sí.

Por ejemplo. Esperanzota, que utilizó a su perrito jack russell Pecas para demostrar su humanidad en la pasada campaña electoral -incluida la jornada de reflexión, en la que los políticos no pueden ir por la calle besando niños, pero sí paseando perros-. La misma señora que manifiesta tanto amor por su perrito es responsable del atropello de un perro en la calle Valverde de Madrid. La historia nos la cuenta un testigo presencial, y sucedió así: su coche oficial iba a gran velocidad cuando se llevó por delante al perrito de un jubilado, que empezó a lamentarse y a gritar "Cabrones, cabrones!" entre sollozos. Se fue juntando gente y al coche de escoltas que seguía a la gran dama no le quedó más opción que detenerse. Al parecer, tanto escoltas como coches están muy bien blindados, pues lo único que dijeron fue, parafraseando a Bart Simpson, "nosotros no hemos sido, han sido ellos". Y se largaron. El coche de la presidenta no se detuvo...¿para qué? el populismo lo usamos sólo en los mítines y en campaña. Y allí quedó el pobre hombre, con su perro muerto en la calle, más solo que nunca (no me consta si era votante del pp, pero de ser así, doble jodienda).
Así pues. No todos los dueños de perros son buenos. No todos los dueños se merecen a sus perros. Hay dueños de perros que son verdaderos huesos, que no hay quien les hinque el diente. Hasta Hitler tenía perros. Es lo mismo que los padres: cualquiera puede serlo, pero no todo el mundo está a la altura del cargo. Y mientras paseo a mi perro me apresuro a huir después de matar al perro de otros. (Esto es España, donde cuenta mucho más la imagen que la ética.)
Para mí, la relación con mi perro es tan profunda y misteriosa como todas mis relaciones importantes: un ser que entiende la intención de mis miradas, que siempre está dispuesto a darme su amor, que se siente realizado con una simple caricia y una pelota de tenis...seguramente no estoy a la altura de semejante ser. Espero que el servicio de Esperanzota, probablemente filipinas de uniforme, sean dulces con su perro, ya que serán ellas quienes lo cuiden, alimenten y amen. De momento, que sepamos, la jefa lo utiliza. Por si acaso, defendamos el derecho de Pecas a su intimidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario