domingo, 8 de julio de 2012

1984

Ocurrencias domingueras, dice mi amiga...y cierto es.
Los domingos, las partes contratantes de este blog tenemos la costumbre de leer juntas la prensa impresa. Compramos el país. El inmundo lo hojeamos en el bar donde a mi amiga le complace obstruirse las arterias con un café con porra. Luego, en la terraza, es domingo a mediodía. El aire huele a pollo asado y los vencejos trazan caminos en el cielo. Las urracas chillan, y yo espero que le caguen a un meapilas al salir de misa. No habrá suerte...Al fondo, madrid enseña su boina. La lectura nos provoca alternativamente asombro, indignación y por supuesto risas, que se aderezan con el aperitivo... mientras el mundo tal como lo conocíamos se desmorona. El absurdo en la conce es menos absurdo. 


Una vuelve la página del diario y zas!
¡Son tan feos! ¡tan tontos y desalmados! pero tienen el poder y lo ejercen, haciendo sufrir a los mandados. la mayoría absoluta les otorga maneras dictatoriales: no se consideran servidores de la ciudadanía, de su país, más que de boca para fuera, en las campañas electorales esas que luego pagamos todos. En realidad lo que les importa es el poder, estar ahí, ir invitados a todas partes y tener un sueldo de por vida. Y eso, de paso, porque lo que hacen de verdad (y lo sé de muy buena tinta) es servir a la maquinaria de sus partidos, convertidos en sectas, que ahuyentan al buen profesional porque lo que importa es servir al partido, llegar lo más arriba posible al corazón del poder. Parásitos, malas personas.
Hoy lo he visto de nuevo en 1984, estupenda película, estupenda obra que leí en mi adolescencia. O yo he cambiado muy poco o el mundo sigue siendo un pozo de mierda.
Escribo acojonada por si una patrulla de la policía del pensamiento irrumpe en mi casa.




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