martes, 4 de diciembre de 2012

en el barrio


Estaba yo trabajando en casa cuando escucho gritos en la calle: no nos mires, únete! no nos mires, únete! y claro, como me gusta más una mani que un plato de cuchara, ahí que me voy.
Estaban en la calle los vecinos del barrio para defender la sanidad pública. La manifestación transcurría de un centro de salud al otro, poco más de 600 metros. Me uní inmediatamente. Éramos entre sesenta y ochenta, si contamos a los perros; eso sí, tomamos la calle en compañía de dos (y a veces tres) coches de la policía municipal (no quiero ni pensar en el gasto), que nos escoltaron muy cortésmente en todo el recorrido. Paramos la circulación de las calles durante un rato, y frente al ambulatorio, mientras los vecinos de la asamblea nos leían las diez mentiras del gobierno regional justificando esta privatización, de este expolio (que no vamos a tolerar), hasta los policías escuchaban. Todo terminó con un aplauso, unas cervezas y panchitos. Invitaba el personal sanitario.  Os subo la foto por si os hace ilusión. A mi me hace.

Todo esto viene a cuento porque nos están machacando. Estamos perdiendo la sanidad, la enseñanza, la cultura, las pensiones, la atención a los más necesitados, la justicia social, los derechos que pensamos merecer. La mediocridad brilla. Los que nos debían representar apestan, hacen y dicen, quitan y ponen, obran sin vergüenza ni pudor;  tipos que pactan con cualquiera y que hace mucho que han olvidado lo que significa esa españa de la que tanto hablan. A una le dan ganas de bajar a la calle a hacer daño: a quemar contenedores con políticos dentro o instalar una guillotina en la plaza Platón...y no lo hacemos porque somos gente maja de un barrio majo que aún tenemos ética y preferimos  juntarnos para corear consignas a favor de lo público y con abrazar a nuestros médicos...que la degollina. De momento, impera la sensatez, pero ¿hasta cuándo?


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