miércoles, 21 de diciembre de 2011

Mi familia y otros delincuentes


El rey sabía desde hace cinco años que su yerno era un ladrón. Con gran lucidez, se pregunta Ignacio Escolar si no debería haberlo denunciado. Mmmm...
En la gran época del pelotazo, los chanchullos de los políticos locales eran conocidos por todos en pueblos y ciudades, y nadie movía un dedo, ni la policía municipal. Cuantas veces los vecinos saben que un marido atiza a su mujer y no dicen nada. Cuántos de nosotros callamos atropellos o delitos con más motivo si los comete un pariente. Ese perdón a ultranza, ¿no nos degrada y convierte en cómplices? ¿No hemos tenido ya suficientes ejemplos de esta epidemia de corrupción, que ahora golpea al más privilegiado estamento, como para sentir el peligro del contagio? Y los hay que todavía defienden a Camps, o a Matas, o a cualquier cuervo de esa bandada... Me cisco en la presunción de inocencia: esto apesta a todos los niveles, porque aquí, el que tiene una oportunidad, la aprovecha para delinquir, mucho mejor si es a lo fino y con dinero público, ese que gestionan los amiguetes snobs y arribistas y al que invitamos todos los españoles...los mismos que sufrimos en silencio los recortes. Tranquilo señor Rajoy, usted ha ganado sin que le tuvieran en cuenta su acérrima defensa del trajeado Camps. Sírvase, Mr. U, aquí hay para todos, sobre todo para un yernísimo. Tranquilos, ciudadanos bienpensantes, que sigue siendo mucho mejor un chorizo conocido que un indio o un negro cualquiera, o que un indignado que grita verdades por la calle.
¿No será que en el fondo todos queremos ser ladrones? ¿que nos apasionan la mentira y el escándalo, como prueban las audiencias de telecinco? De qué está hecha nuestra moral? de chicle? Y en ese caso, ¿de qué sabor es?
¿Y por qué me indigno tanto hoy? porque el señorito R, en su discurso de investidura, mintió: dio cifras de paro muy superiores a la realidad, dio cifras de deficit magnificadas. Mintió a sabiendas para justificar sus futuros e inevitables recortes, que ya vendrán. Y tan tranquilo. Si no querías caldo, toma dos tazas. Y ya que estamos en el paro, ¿cuántos de estos millones de parados están trabajando en la economía sumergida? ¿Y cómo culpabilizarles por su robo, que lo es, si es ínfimo comparado con el robo de las grandes empresas y fortunas y sus paraísos?

Espero con ganas el discurso de navidad del rey, simplemente para ver si este año enmarca de nuevo la foto de la familia, o qué.

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