domingo, 13 de mayo de 2012

La blandura del 15M

foto demotix.com
El 15M es blando; eso dicen los de la derecha y tantos otros que se proclaman apolíticos, como si uno pudiera permitirse el lujo de serlo en estos tiempos. Es blando porque al parecer, se limita a tomar la calle en ambiente festivo y en son de paz, en grupos variopinos de familias, jóvenes y ancianos de todo pelo. Unos cincuenta mil, anoche, sólo en madrid.  Es blando porque no esgrime consignas violentas en sus pancartas, sino que más bien usa la ironía. Es blando porque no tiene jefe: su esencia asamblearia, profundamente democrática, nos impide seguir a ridículos cabecillas como los que nos gobiernan, vaya ejemplo. Sus enemigos más directos acusan al movimiento de no pedir cosas concretas: está claro que no se han dado cuenta de que lo pedimos todo. Pero sin insultos, sin mentiras y sin armas. Porque nuestra única arma es la verdad, la certeza de que el sistema está podrido y que hay que cambiarlo. Pero el 15M no quiere utilizar las maneras del sistema, sus armas, simplemente aspira a que su existencia canalice nuestro descontento, a través de la toma progresiva de derechos, de las plazas y de las redes sociales, con la convicción de que hay otra forma de hacer las cosas. El 15M cree que entre todos, ya que cada uno de nosotros tiene el poder, podemos impedir que una oligarquía repugnante, apoyada por una casta política vendida, siga despojandonos a todos los demás de nuestros derechos. Sin duda, es una actitud ingenua. Pacifista. Moderna. Insufrible y blanda. Sobre todo para practicarla en este mundo de buitres y sinvergüenzas con despacho, con corona o con cartera.

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