sábado, 31 de marzo de 2012

Lúa


Una vez, hace ya muchos años, fuimos a buscar un perrito para mi amiga, una vez superado el luto por su anterior mascota. Llevamos a Carlos, mi hijo, que era pequeño. Y en un criadero de la sierra bastante piojoso, estos dos se enamoraron de una perrita flaca y maltrecha, una cosa rara que luego averiguaríamos que era un teckel pelo largo miniatura y arlequín, una modalidad muy especial de una raza poco frecuente en españa. ¡Quién sabe lo mal que lo había pasado! Ni siquiera tenía nombre y había tenido ya varias camadas. Era una perrita minúscula traumatizada, muda, temblorosa, asombrosamente bella.

Recuerdo muy bien su primer ladrido después de meses. Casi nos da un infarto cuando, protectora, ladró a un extraño que se acercó a la ventanilla del coche. Luego mejoró, y contra todo pronóstico (¡cuantas veladas en Internet buscándole pareja!), encontró novio y dio a luz a cinco crías maravillosas. Fue una madre valiente y entregada, y crió a perritos divinos como kodak y chino, que son los que se quedaron en la familia.

La perrita nunca dejó de tener miedo: recuerdo a Lúa escondida detrás de un matorral que temblaba, delatándola. Lúa, a quien había que dar de comer en la intimidad del baño…pero sin mirarla. Luita, que adoraba el jamón ibérico y hacerse pis en mis alfombrillas…A pesar de sus temores, la perrita envejeció en dulce compañía, ahí en el barrio de salamanca, con una dueña solícita y amorosa de la que nunca se separaba. Era una especie de Hepburn canina paseando por el retiro al lado de su apuesto hijo.

Ayer nos dejó, ya muy mayor, estupenda y discreta hasta el final. Siempre echaré de menos su distinción y su dulzura. Chinito ya se fue, Lúa se ha ido, los dos están enterrados en un precioso jardín, al lado de otros perros, bajo el cielo. Sólo nos queda el hermoso Kodak. Larga vida a kodak.

Los muertos yacen mientras el universo sigue su rumbo. Todos los que la conocimos tenemos un hueco largo y peludo en el corazón. Hasta siempre, Lúa.


3 comentarios:

  1. que pena oir que se fue capuchino... cuanto amor dejan nuestros amiguitos caninos. Muchos besos desde el oeste.

    A&S

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  2. Creo en el más allá para los humanos. Me gustaría que lo hubiera para los perros, animales maravillosos.Siempre dispuestos a dar todo, cariñosos. Tengo perra y tuve otra y tengo su recuerdo vivo.

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  3. Que pena inconsolable nos dejan nuestros familiares peludos cuando desaparecen y nunca vuelven a nuestros brazos para darnos besos mutuos y amor verdadero.

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